Teatro Juan Bravo

Con un fondo de armario que abarca desde accidentes, policías, gordos, médicos o maricas hasta cerdos o estratos geológicos, Los Punsetes son sospechosos de acercarse a sonidos de los ochenta. A movidas del estilo de Kaka de Luxe, Los Nikis o Los Planetas. A pop y punk de sello independiente. A mucho golpe seco de batería y voz con personalidad; la de Ariadna Paniagua, que no tiene coletas, pero sí debe guardar un secreto para lograr contenerse de saltos, de brazos alzados, de manos sujetando micrófonos o pelos disparándose al ritmo del ritmo.
Porque Ariadna Paniagua, vocalista de afición y diseñadora de vocación y trabajo, es capaz de permanecer inmóvil mientras canta, luciendo uno de sus vestidos confeccionados para la ocasión. Pegada al micrófono y al suelo, por muchos ¡Viva! que deba entonar, mientras Jorge García y Anntona rasgan las guitarras, Chema González pega fuerte a la batería y Luis mantiene el pulso de las canciones con el bajo.
«El ser humano, una vez que ha tomado una decisión, tiende a buscar factores que apoyen esa decisión e ignora todo lo demás», escribía Eduard Punset. Y sus Punsetes están a punto de cumplir veinte años decididos a hacer de la música la mejor de sus aficiones, apoyados por un público fiel. Porque ya lo advirtieron al principio, Trabajar cansa... y no están para cansarse.