Teatro Juan Bravo

Don Luis de Góngora y Argote se encuentra con su gran rival, Francisco de Quevedo, en un escenario lleno de niebla. Niebla, por la dispersión en la memoria del primero, que acaba de sufrir un grave episodio de amnesia en el que parecen haber desaparecido todos los recuerdos de una vida entera. Bueno, todos no; que los intervalos de lucidez no olvidan los conflictos, las deudas pendientes y los ratos buenos y malos junto ‘al de El Buscón’.
Así que, busca que te busca ambos, en el delirio de uno o en el de los dos, entre Córdoba y León, pongamos que por momentos en el Madrid de Los Austrias, comienzan a aparecer en la conversación desde Lope de Vega hasta Jusepa Vaca ‘La gallarda’. También la joven escritora María de Zayas e incluso su majestad el rey Felipe IV. Todos viajando de boca en boca y de poema en poema, de cuerpo presente en proyección audiovisual, de anécdota en humor y de conversación en discusión. De Juan Carlos Garés a Chema Cardeña.
Siendo precisamente este último el hombre del tiempo. El que ha llevado el fenómeno meteorológico y los fenómenos literarios hasta el escenario. Porque no es su primera experiencia con la máquina del tiempo. Porque ya lo hizo antes con William Shakespeare y Christopher Marlowe y el duelo a vida o muerte salió bien. Porque en sus textos las conversaciones Arden y llaman al arte y a su recuerdo.