Teatro Juan Bravo

A lo mejor por su nombre de pila, Manuela Fernández Pérez, no la conocen. A lo mejor por su nombre artístico, Manolita Chen, tampoco. O quizás sí, pero la equivoquen o transfiguren su memoria. Jamás fue fácil ser artista y nunca fue sencillo ser recordada como artista. Ni siquiera habiendo sido la creadora del ‘Cabaret de los pobres’. Ni siquiera habiendo sido artista de circo, coreógrafa, supervedette y empresaria. Ni siquiera habiendo sido ‘La reina del teatro portátil’.
Por eso, por el olvido, hay actrices como Pepa Zaragoza que se entregan al recuerdo. A las tardes del Circo Price y los días de Teatro Chino de Manolita Chen. Al amor de Chen Tse-Ping y las giras por toda España entre los años cuarenta y los ochenta. Giras de carpa ambulante, de circo, revista, copla, humor e imitaciones. A aquellos escenarios compartidos con Marifé de Triana, Juanito Valderrama, El Fary, Bigote Arrocet o Andrés Pajares. A las ferias y fiestas populares.
Manolita Chen se admira de ver lo que ha sido, de su cuento chino y unas manos vacías de premios que, desde que SANRA y Los de la Baltasara le rinden homenaje sobre las tablas tienen alguna línea más de cuento de hadas.