Teatro Juan Bravo

Quevedo, Shakespeare, Lope, Cervantes o Calderón de la Barca. Ningún clásico se resiste a la mirada de Carlos Martín y su Teatro del Temple. Tampoco Sófocles y su Edipo; a pesar de su ceguera. Es él quien los trae de vuelta para preguntarnos si es nuestra mirada de la realidad acertada, cuando aún resuenan entre las butacas del Juan Bravo los versos de la realidad que no fue de Los Hermanos Machado.
Edipo reina, de repente, de la nada. Y de la nada, de repente, una pandemia corona su reinado. El destino no da tregua y el pueblo de Edipo se pregunta si los dioses se ríen o si es la fragilidad, el atrevimiento y la ignorancia propias las que les hacen llorar. Se pregunta Teatro del Temple «¿somos dueños de nuestro destino? ¿Quién o qué interviene en nuestras vidas? ¿Los acontecimientos que nos suceden son causados por nuestras acciones, por azar o por capricho divino?»
Seis actores en escena y un músico en directo van a intentar sacar a los espectadores de dudas. Porque han pasado siglos desde el 429 a.C. y el ser humano sigue cegado por sus contradicciones. Cree dominar la naturaleza y aun así es vulnerable ante pandemias, guerras y desastres naturales. Cree tener el control del mundo y es incapaz de asumir las consecuencias de sus actos. Edipo tiene que resolver el asesinato de Layo; el público tiene que averiguar cómo se sobrevive a un mundo en el que el azar y el destino, muchas veces, están en sus manos.