Teatro Juan Bravo

Entender el lenguaje de Circus Ronaldo es sencillo. No es necesario conocer el italiano en el que está titulado Sono io? ni mucho menos comprender el flamenco o el francés valón de la Bélgica de la que proceden Danny y Pepijn. Padre e hijo. Basta con saber eso; que son dos generaciones que se dan la mano sobre el escenario. Dos más; porque lo de los Ronaldo lleva sucediendo y sucediéndose desde 1842. A través de las acrobacias, del teatro, de la música, del humor gestual, del circo, de la comedia. De la imaginación, que termina siendo el lenguaje universal.
Por eso Sono io? por supuesto que son ellos y son sus antepasados; son el recuerdo de cualquiera que haya disfrutado alguna vez de sus espectáculos de clown, de máscaras, de composiciones escénicas y melódicas. Cualquiera que, alguna vez, en algún momento, desde el siglo diecinueve hasta hoy, dejó grabado en su recuerdo una ovación que hoy resuena y trata de resurgir sobre el escenario. Que trata de reinventarse para que el Circus Ronaldo no deje de reincidir en las emociones de un público, el suyo, que también, y como Titirimundi, se ha ido dando la mano, generación tras generación, entre el patio de butacas.